miércoles, 7 de diciembre de 2011

La increíble historia de Miguelito "el bolas" Capítulo 4

Capítulo 4. Historias de la noche.

Señoras y señores aquí tenemos un nuevo capítulo de La increíble historia de Miguelito “el bolas”. Este es el capítulo inicial de una pequeña serie que haré en la que se narran las noches de marcha que compartimos con “el bolas”. Quizás este capítulo no tiene mucho de gracioso porque es a modo de introducción, pero a los que vivieron esos momentos, seguro que les sacaré una sonrisa.

Antes de empezar a ir a Puerto Marina a bailar descubrimos (y quién lo diría) de mano de el propio Bolas que existía el “Timorsol”. El maldito bolas le decía Timorsol (igual que toda su familia) a uno conjunto de hotel y apartamentos que realmente se llamaba Sol Timor…¿por qué le cambiaron el nombre?....nadie lo sabe..quizás una de las grandes incógnitas de la historia junto a ¿cuánto le medirá al increíble “bolas”?

Total, en el Timorsol había una pequeña discoteca para residentes y fue el primer sitio al que fuimos de fiesta juntos a pesar de no ser miembros del conjunto hotelero; ¿ y cómo es posible entrar a una discoteca de residentes?. De nuevo, “el bolas” nos había resuelto el problema, además esta vez había quedado como un puto Dios. Gracias a su padre, el querido Manolo (del que se hablará en algún capítulo) Miguelito tenía en su poder una tarjeta firmada por el director del Timorsol, una especie de pase VIP con el que podíamos entrar en la discoteca sin ningún problema…El bolas se sentía un ser superior teniendo en la mano esa tarjeta, la tenía incluso plastificada para que no se mojase con la baba que se nos caía cuando soñábamos que esa noche pillaríamos algo en la discoteca.

Todas las noches dábamos una vuelta por la zona comercial de Puerto Marina para hacer tiempo y descansábamos en la que llamábamos: “nuestra zona de reunión”; una pequeña zona de Puerto Marina con unos bordillos en los que nos parábamos a mirar un rato (hoy, para dolor de todos, ya no existe, la han sustituido por un puñado de puestos de baratijas y demás)

A las doce menos cuarto, salíamos dirección Timorsol, es aquí cuando empezaban las fascinaciones de cada uno, pensando que podría deparar la noche. “El bolas” solía decir cosas como “tío, hoy lo petamos” o “hoy seguro que cae alguna”.

Doce menos cinco, ya se pueden ver las letras amarillas del Timorsol. El “bolas” estaba nervioso, el chaval con la edad que tenía (realmente no me acuerdo pero quizás con 13 años) ya iba de fiesta…se sentía mayor, en realidad lo era, es un tío grande. Llegamos a la puerta del Timorsol donde hay un pequeño bufet y el puto bolas siempre me decía: Dani, Dani, aquí he comido yo invitado por el jefe del Timorsol, con mi abuelo y mis titos (en su voz podía notar el orgullo con el que lo decía, se sentía importante, conocía al director del Timorsol, privilegio que no todos pudimos tener)

Entramos, se pueden leer las letras de Disco Samoa (que así se llamaba). Era el momento en el bolas se ponía más galán, sacaba su tarjeta VIP y la mostraba. Con el paso del tiempo el portero llamado Cash (pobre hombre con ese nombre) nos dejaba pasar sin enseñarle la tarjeta. Señoras y señores, cuando “el bolas” terminaba de bajar el último escalón de la escalera que llevaba a la discoteca, dejaba de ser un niño de 13 años, y se convertía en (preparen sus oídos) “El King Bolas”……..

Continuará…………..

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